Webinar miércoles 6 de mayo a las 18:00 a través de plataforma Zoom
Nuestro cliente de toda la vida dice ¡que se va a la competencia! que le hace una mejor oferta y que dadas las circunstancias no puede negarse.
Tras semanas trabajando en un proyecto para un cliente, éste nos dice que no nos puede pagar lo pactado. ¡Ya has hecho tres cuartos del trabajo!
Hay que decidir quién entra en el ERTE y para ello has de tener conversaciones con varios directores de diferentes unidades de negocio para ver quién ha de salir.
En momentos como estos, cuando la sangre se nos sube a la cabeza y empezamos a sentir ansiedad en el estómago, un consejo sobre cómo actuar racionalmente parece irrelevante. Sólo queremos gritar:
"¡Después de todo lo que he hecho por ti! ¡No creas que te va a ser tan fácil! Con la competencia dice.... ¡Con todos los esfuerzos que he hecho toda la vida por ti!
"Por favor, no me hagas esto. La operación estaba cerrada, habíamos llegado a un acuerdo"
"Yo no soy eh... No es cosa mía. A mi me han mandado. En fin, ¿Por qué no deberías ser tú…?
Somos seres altamente emocionales, por mucho que intentemos suprimir las emociones éstas estarán siempre presentes, desviando nuestra atención de lo importante. En momentos así, por mucho que conozcamos técnicas de negociación, lo normal es que digamos o hagamos cosas que posteriormente nos impidan alcanzar un acuerdo, que dañen la relación, o que nos cuesten mucho.
Las negociaciones siempre implican cabeza y corazón, es decir, razón y emociones. Negociar es más que presentar argumentos racionales y estructurados. Debemos ser conscientes de que además de tener intereses en lo que negociamos, nosotros somos parte de la negociación. Nuestras emociones están ahí y tendrán su momento, como también lo harán las de la contraparte.
En esos momentos, en los que predomina la susceptibilidad y el conflicto, todos buscamos criterios que nos permitan alcanzar resultados productivos.
Si quieres saber cómo gestionar estas situaciones apúntate aquí a nuestro Webinar